lunes, marzo 27, 2023

Disclaimer inicial: Este post pretende ilustrar un caso de éxito de las políticas keynesianas, no una defensa de las mismas. En las próximas semanas hablaremos de un caso de éxito en el seno europeo, usando herramientas distintas.

Con la caída esta semana de Banco Madrid (filial de BPA), me venía a la cabeza un ejemplo de cómo afrontar esta crisis desde una perspectiva –real –de mercado: Islandia.

En Octubre de 2008, sus dirigentes decidieron dejar de asistir de forma artificial al Frankenstein financiero que habían creado, y tomaron una decisión out-of-the-box: En lugar de inyectar otros miles de millones a un sistema financiero hipertrofiado, decidieron nacionalizar los bancos “sistémicos” con dificultades, pero con una suspensión de pagos bajo el brazo. O, lo que es lo mismo, trasladar las pérdidas derivadas de excesos pasados a accionistas e inversores, garantizando los depósitos de los ahorradores. Vamos, que todo el que decidió emplear su dinero en obtener rentabilidad de un banco que no era capaz de devolver sus deudas, lo perdió.

También hubo factura ciudadana: a pesar de tener los depósitos garantizados, Islandia decretó una situación de control de capitales –el famoso corralito argentino, por el cual los ciudadanos no podían extraer más de una cantidad prefijada de dinero de sus cuentas bancarias en un período de tiempo determinado –y, como si de un herido de bala se tratara, hubo que “operar de urgencia” al país. Los efectos fueron drásticos: la corona islandesa perdió un 58% del valor, la inflación se disparó en el medio plazo, y la economía se contrajo un 7%.

Sin embargo, la decisión de las autoridades fue rápida y decidida. Además de la depreciación de la moneda –que impulsó claramente las exportaciones –construyeron una jurisprudencia que sirviera de aviso a próximos líderes con riesgo sistémico: banqueros y líderes políticos fueron juzgados e incluso encarcelados por los delitos cometidos. Finalmente, elaboraron un plan de ajuste a largo plazo que ya ha dado sus frutos; Islandia crecerá, según el FMI, el 3,5% y el 3,2% en 2015 y 206, respectivamente. ¿Su tasa de paro? Del 4,1%, con un aumento de la capacidad adquisitiva (salarios reales) del 5,8% de su clase trabajadora. Casi, casi, lo que está ocurriendo en España.
La pregunta directa, ante estos resultados, y visto lo que está ocurriendo en Europa –especialmente en Grecia –es: ¿Y qué medidas de austeridad han aplicado? El siguiente gráfico habla por sí mismo:

Déficit/Superávit de Islandia

Políticas Keynesianas o de estímulo de demanda. Hablando en plata: no se han aplicado medidas de austeridad, al menos las que conocemos en Europa. Tal y como se observa en la gráfica, Islandia venía de una situación de superávit estructural presupuestario cuando esta crisis se cruzó en su camino. Y, de forma decidida, decidió aplicar un New Deal, tal y como estaba concebido por Keynes: aumento del gasto público para que la rueda económica continuara girando y así poder corregir desequilibrios. Pero, como podéis comprobar, queridos lectores, Islandia sí que hizo algo que prácticamente ningún país desarrollado hemos hecho: corregir desequilibrios.

Y, parece de perogrullo, pero es relevante. Keynes apoyaba la adopción masiva de estímulos públicos en épocas de crisis para estimular la demanda como palanca de dinamización de la economía. Sin embargo, para hacerlo posible, en época de auge, es necesario un ahorro de recursos públicos para minimizar el impacto derivado de economías externas y el endeudamiento asociado a ellas. Y eso, como podéis comprobar, es lo que está haciendo Islandia: una vez que ha pasado lo peor y la economía vuelve a crecer, el déficit público vuelve a niveles sostenibles, e incluso va camino del superávit (que se logrará, según las estimaciones de FMI, OCDE y demás, en 2016).

Bajo este sencillo análisis, no es de extrañar que Islandia haya retirado su interés en entrar a formar parte de la Unión Europea. Siendo críticos con un sistema que defiendo a capa y espada, es normal que desde fuera no estén dispuestos a renunciar a soberanía monetaria para entrar en un sistema lleno de contradicciones, en el cual se aprueba un Plan Juncker de cientos de millones de euros, así como un QE que riegue de dinero el sistema europeo, mientras continuamos sin unión bancaria y sin incentivos para volver a una senda de presupuesto público sostenible.

No obstante, siempre hay lugar a la esperanza. Parece que las Autoridades europeas han aprendido alguna lección de esta crisis, y en los últimos tiempos se han producido movimientos hacia un capitalismo al servicio del ciudadano. Primero fue el rescate de Chipre, en el cual los accionistas ya perdieron parte de su capital, y ahora ha sido Banco Madrid. Si bien es cierto que este cambio de rumbo esconde deficiencias graves en el sistema (tal y como explica Juan Ramón Rallo en este artículo), la caída de la filial de BPA esconde, por fin, una decisión que protege al ciudadano y elimina la impunidad de gente que cobra como gestores con una gran responsabilidad económico-social que no asumen, ni proactiva ni reactivamente. Personalmente, aplaudo la decisión de dejar caer al banco; si hubiéramos hecho lo mismo con Caja Madrid/Bankia, además de habernos ahorrado una factura importante a los contribuyentes, hubiéramos sido capaces de poner al descubierto con mayor efectividad una trama interesada y corrupta que ha hecho que el efecto sobre el ciudadano fuera doble.

Hasta pronto, lectores!

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4 Comentarios

Tomás 7 abril, 2015 at 4:23 pm

Curioso ver que al menos en un país ha funcionado un modelo Keynesiano. Hay gente que podría preguntarse: ¿por qué no han hecho esto en España?

Mi opinión es que hubiese sido desastroso, y mis motivos los siguientes:
– En España el superávit no existía en el momento del inicio de la crisis. La estructura económica estaba basada en la construcción y nadie decidió cambiar esto.
– Los servicios sociales en Islandia son muy distintos a los españoles. Por ejemplo el sistema sanitario es con copago y no se regala sanidad a los extranjeros que viajan allí. Hay que cotizar 6 meses en Islandia para acceder a su sistema sanitario de forma semi-gratuita. Esto implica que mantener los gastos del país en Islandia es mucho más fácil que en España.
– La clave es la gente. En Islancia, al igual que en la mayoría de países europeos, los ciudadanos pagan impuestos sin rechistar y sin intentar engañar al gobierno, cosa que en España es totalmente distinta. Creo que si en España TODOS los españoles nos metiésemos en la cabeza que las cosas públicas no son gratis sino que las pagamos entre todos, podríamos aplicar una política económica basada en el modelo de Keynes.

En cuanto a BPA, me parece bien la solución que se ha tomado. Es más, debería haber gente en la cárcel por ello. Pero estaremos de acuerdo en que esta solución no es gratis. Habría que usar una calculadora para contar la cantidad que costó al gobierno el rescate de Bankia frente a lo que hubiese costado dejar que se hundiese y garantizar hasta 100k € en todas las cuentas de esa entidad. La solución que se tomó con Bankia no ha perjudicado a los clientes de esa entidad. Las hipotecas, las cuentas corrientes, las de plazo, los principales servicios de Bankia no se vieron modificados. En cambio las cuentas de más de 100k€ de Banco Madrid sí. Lo de los que teníamos dinero en acciones o en preferentes es otra historia distinta. No pretendo defender a Bankia (como te decía salí un poco perjudicado con el tema de las acciones), pero tampoco creo que haya una solución perfecta. Hay una más mediática que otra, pero supongo (o al menos espero) que alguien del gobierno echase cuentas para ver cual era la solución más eficiente económicamente en cada uno de los casos.

Un abrazo Dani!

    admin 7 abril, 2015 at 9:18 pm

    Amigo Tomás,

    Antes de nada, agradecerte el tiempo que has dedicado a leer la entrada. Siempre es realmente emocionante y enriquecedor saber que captas la atención de gente al otro lado de la pantalla. Contesto mi visión de los temas que propones:

    – España, en efecto, no ha sido capaz de aprovechar los años de bonanzas que ha vivido en los años 2000-2008, generando déficit de forma sistemática hasta convertirlo en estructural. Es cierto que los dos primeros años del gobierno del PSOE se generó superávit del 2% aproximadamente, pero coincido en que quedó 100% explicado por aspectos puramente coyunturales. A este tipo de comportamientos/estructuras económicas es a lo que yo llamo «pseudo-keynesianismo», o, lo que es lo mismo, generar déficit en épocas de crisis (tal y como recomendaba Keynes) para dinamizar la economía, pero seguir gastando más de lo que se ingresa en épocas de bonanza, frente a la generación de superávit estructural que era lo que Keynes «recetaba».

    – En relación a nuestro sistema social, creo (y trataré de exponerlo más ampliamente en esta web con los sucesivos post) que tenemos uno de los sistemas más ricos de todo el mundo. Europa, y especialmente España, se distingue por poner énfasis en la atención social de los ciudadanos, lo cual deriva (en ocasiones) en comportamientos poco éticos, abusos e ineficiencia en el uso de los recursos. Sin embargo, estos puntos «flacos» del sistema, desde mi punto de vista, no son motivo suficiente para echarlo abajo. El sistema es imperfecto y hay que buscar su sostenibilidad a largo plazo (algo, por cierto, que echo de menos en la mayoría de programas políticos), pero sin perder un sólo ápice de garantías de cara al ciudadano. Para mí, la mayor diferencia entre Islandia y España al respecto reside en el dimensionamiento del sistema, pues la diferencia entre la población islandesa y española es considerable.

    – En los temas culturales coincido plenamente contigo, sin que sirva como argumento para pensar que lo que ocurre en España no tiene solución. Hoy, precisamente, he publicado un post en el que comienzo a desgranar la cantidad de incentivos perversos que existen en nuestro sistema. Porque, no nos engañemos, una economía explicada al 50% por el sector público no puede tildarse de moderna, más bien es propia de una época de transición democrática y económica. Si a esto le añadimos un sobredimensionamiento en las estructuras de poder, en las cuales nadie va a estar dispuesto a ceder su parcela (yo tampoco lo haría, evidentemente), se premia el agotamiento sistemático de presupuestos y no hay castigos para las situaciones de despilfarro público (como las que todos tenemos en mente), pues parece evidente que estamos situados en la parte negativa de la famosa Curva de Laffer (es decir, ese tramo de impuestos que generan ineficiencias en la economía y alteran su funcionamiento óptimo). Honestamente, creo que un sistema en el cual cada trabajador, de media, tiene que estar trabajando 4 meses y pico al año solamente para hacer frente a sus compromisos con Hacienda, no incentiva el pago de impuestos. Si a esto le sumas la corrupción tan tremenda que vemos cada día en los periódicos, no me extraña que la gente intente defraudar a Hacienda. Con esto no estoy justificando a la cantidad de españoles que no cumplen con sus obligaciones fiscales, ni mucho menos; más bien pretendo transmitir mi profunda convicción de que, bajo un sistema de libre mercado sostenido por un Estado de bienestar real (para mí, lo que hay ahora es una situación de Bienestar del Estado), el problema se reduciría, tal y como ha ocurrido en muchos otros países (entre ellos, los nórdicos). Además, tal y como apuntas en tu comentario, una concienciación pública de que nada es gratis, y que todo se paga (bien con impuestos o con inflación) ayudaría a cerrar un círculo que, de cualquier otra manera, resulta muy complicado.

    Y, para finalizar, no me siento en situación de juzgar el caso de Bankia. Sí que puedo decir que lo que ha ocurrido en España (y en muchos países europeos) es un verdadero atentado contra el libre mercado, y, por tanto, una ineficiencia grave en el marco del único sistema que se ha mostrado válido en la historia de la humanidad: El capitalismo. Adicionalmente, independientemente de la cuantía de la factura, sí que es cierto que permitiendo la quiebra de una institución (financiera o no), parte de esa factura viene pagada por la liquidación de la misma, y no a cuenta de los 47M de españoles que pagamos IVA cada vez que compramos un producto. Yo también entiendo que alguien hizo una cuenta lo suficientemente sesuda para determinar que la solución óptima (o la menos mala) era rescatar a Bankia, en cualquier caso, hay otras opciones, como demuestra Islandia o Chipre, que no suponen la debacle de sistema financiero, que era lo que se nos pretendió vender en su día.

    Un placer charlar contigo de temas tan interesantes, Tomás. Ojalá el resto de post también susciten tu interés!!!

    Un abrazo!!!!

angu al 15 abril, 2015 at 3:27 pm

Siento no ser tan positivo como tu respecto ha haber aprendido la lección.
Desde mi punto de vista en esos 2 ejemplos (Chipre, Banco Madrid). Se produjeron por motivos políticos y no económicos Chipre como ataque a Rusia y sus oligarcas y Banco Madrid dirigido por USA y por motivos (supongo que en relación con el terrorismo) no explicados.
Y como punto a mi argumento te recuerdo el Banco Espirito Santo quebrado y rescatado hace menos de 6 meses.
Los poderosos (la casta) se protegen entre ellos.

    Dani 15 abril, 2015 at 7:34 pm

    Es un verdadero placer leer tu punto de vista, amigo Angu.

    La verdad es que nunca he visto claro eso de la «mano conspiratoria». Es decir, entiendo que hay motivos políticos detrás de las decisiones más importantes, pero sustentados siempre en el interés general (aunque siempre sesgado) y con estrictos razonamientos económicos por detrás.

    Dicho esto, en relación a BES , creo recordar que el modelo de rescate fue el de escindir el banco quebrado en 2 entidades independientes. Una con los activos tóxicos a gestionar por los accionistas (con un importante riesgo asociado) y otra, Novo Banco, que fue donde se inyectó el dinero público para asegurar los depósitos de menos de 100.000€ de forma óptima (entiendo que era más barato que pagarlos a toca teja) mientras se garantizaba el futuro de una entidad sistémica. O sea, una solución intermedia. Podría considerarse economía de mercado, aunque con la boca pequeña.

    Un abrazo¡

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