Hace unos días un lector del blog me envió una noticia que le llamó la atención. Es esta, y mi respuesta no se hizo esperar: es un tema fascinante, y merece un post. ¿Está llamado el patrón oro a desempeñar un papel protagonista en la resolución de la actual crisis financiera?
Antes de continuar, para que cualquier lector sea capaz de comprender la mayoría de este post, es conveniente explicar qué es el patrón oro. Se trata de un sistema monetario en el cual cualquier activo de la economía tiene su equivalencia en onzas de oro y plata. Es decir, el valor de cualquier cosa se puede ver traducido en oro y/o plata. Reinó en la economía mundial durante el siglo XIX, y fue abolido tras la I Guerra Mundial, con el objetivo de aumentar de forma artificial la masa monetaria mundial.
El racional que existe detrás de este sistema es extraordinariamente sencillo: la riqueza debe estar soportada por un activo transportable, divisible, homogéneo, duradero, y difícil de falsificar. Para que todo el mundo lo entienda: el valor de todos los billetes y monedas emitidos a nivel mundial no puede ser superior a las onzas de oro que existan en ese momento del tiempo; o, lo que es lo mismo, no se puede crear dinero.
Esto tiene implicaciones muy relevantes. La primera es que desaparece el efecto multiplicador del sistema bancario. Ningún agente puede imprimir dinero con base en la riqueza futura. En segundo lugar, el activo refugio por excelencia de todos los agentes económicos es el oro. No existe ningún agente en el sistema que tenga la capacidad para depreciarlo. Por último (no pretendo ser exhaustivo), el crecimiento económico de los países se basa en aumentos de la productividad, no en chutes de organizaciones supranacionales. Si un país A es capaz de producir algo de la misma calidad y a un precio menor que B, B importará dicho producto y lo pagará, en último término, con oro; por tanto, los precios en A subirán, y en B bajarán, por lo que B se volverá más competitivo, equilibrando la balanza comercial y el intercambio de oro.
A nivel mundial, el patrón oro debería garantizar una estabilidad de precios y de tipos de cambio, una vez logrado el equilibrio.
Este sistema es muy requerido por los defensores de la Nueva Escuela de Economía Austriaca. Para los que nunca han oído hablar de ella, los austriacos son los comúnmente conocidos como liberales: personas que luchan porque una economía nacional se gestione de la misma forma que una doméstica. Solamente en ocasiones excepcionales se gasta lo que no se tiene; y se otorga mucho peso al sector privado.
Por lo tanto, no es de extrañar que el economista de la noticia haga alusión a esa opción, sin embargo, ¿es viable hoy en día?
A la hora de estudiar su viabilidad, cabe recordar la tasa de conversión del dólar con respecto al oro en el s.XIX: 20 dólares por onza de oro. La noticia parte de un precio base de 1.000$/onza. La depreciación del dólar, en términos de oro, es evidente. Hagamos un poco de memoria histórica:
Cuando el patrón oro se comenzó a extirpar del sistema económico mundial, se creó la denominada triple pirámide invertida de Génova: los dólares se sostenían sobre una cantidad de oro inferior (para evitar el amargo trago de la deflación), la libra se apoyaba sobre los dólares, y, finalmente, el resto de divisas sobre la libra. Un modelo tan deficitario como suena cayó estrepitosamente en la economía de entreguerras, razón por la cual Roosevelt tuvo que llevar a cabo la convertibilidad citada en el artículo. Como consecuencia, la economía mundial fue testigo de una oleada de impagos soberanos, comenzando por la todopoderosa (pero derrotada) Alemania. La razón es evidente: si los dólares dejan de exportarse al resto de mercados, la oferta de dólares en el resto de países disminuirá, por lo que su precio (tipo de cambio) aumentará; las monedas del resto de países cada vez tendrán menos valor (depreciación) y los préstamos en dólares no podrán ser pagados, produciéndose un efecto cadena sobre los préstamos nacionales.
Este es solamente uno de tantos ejemplos históricos que demuestran que un sistema basado en un pseudo patrón oro fracasa estrepitosamente. La economía requiere atacar los fundamentales monetarios (ya sea dinero fiduciario, u oro), y la única forma de salir de una crisis es aumentando la velocidad a la que el dinero se intercambia, o la cantidad de bienes y servicios producidos, preferiblemente, mediante aumentos de la productividad.
Por lo tanto, el uso de ese as en la manga por parte de la FED, en una economía mundial en crisis, supondría una bomba de relojería que tarde o temprano explotaría en todos los continentes. Eso, o una prueba (adicional) de que Estados Unidos ha dejado de ser la primera potencia mundial y es incapaz de generar el efecto internacional que busca; algo que, por otra parte, no es descartable viendo que el oro cada vez actúa menos como activo refugio.
Una vez descartado, cabe preguntarse: ¿una vuelta al patrón oro original es viable? Claro que lo es. Viable, pero dolorosa. En primer lugar, habría que eliminar del sistema financiero mundial toda la masa monetaria que no esté soportada por oro. Para que nos entendamos, algo más del 80% del dinero fiduciario (billetes y monedas) que circulan hoy en día. O, siendo más claros: seríamos un 80% más pobres.
Por otra parte, sería necesario eliminar del sistema todas las organizaciones supranacionales creadas a raíz de la II Guerra Mundial (como el FMI) por innecesarias, además de todos los bancos centrales. El tipo de cambio es único, y medido en función de las reservas de oro existentes; exactamente igual que el tipo de interés. ¿Están dispuestos los gobernantes a perder tanto poder en pos de un sistema (teóricamente) más estable? No los veo por la labor.
No obstante, hay algo con lo que estoy de acuerdo con el autor del artículo: la FED ha fracasado en su intento de crear inflación. La ausencia de demanda solvente de crédito ha conducido a que los cuatro billones de dólares inventados hayan ido a parar directamente a los mercados financieros, sin generar efecto alguno sobre la economía real.
La sensación que tengo leyendo artículos como el analizado es que no hemos aprendido nada. Con una economía real anoréxica, un exceso de política monetaria lleva inevitablemente a una situación de trampa de liquidez. Esto es, a que carezca de efectos. Y la historia demuestra que los efectos adversos del exceso de intervencionismo no se muestran cuando se implantan más medidas, si no cuando hay que extirparlas del sistema.
Y, quien no me crea, que le pregunte a la FED.