Una semana después de la presentación del segundo fascículo del programa electoral de Ciudadanos, lo cierto es que sigo pensando que el movimiento nacido en torno a los nuevos actores políticos que han surgido en España es un pilar necesario y tremendamente enriquecedor para el salto cuántico que necesita el país.
He pasado el fin de semana leyendo a reputados economistas e intelectuales políticos arremetiendo contra una situación de pluralidad inusual en este país, usando argumentos históricos (muy bien fundamentados y argumentados, por cierto), a la luz de una encuesta que daría la victoria a Podemos en unas elecciones generales y plantea un país prácticamente ingobernable
Lo cierto es que me encantaría poder enriquecer este pequeño análisis con las propuestas de todas las fuerzas electorales, pero, a día de hoy, lo único que tengo es lo que han hecho los partidos que han regentado el Poder en España, y lo que propone Ciudadanos.
Por tanto, comencemos por el principio, y ese punto es, ni más ni menos que un país con unos servicios sociales envidiados a nivel mundial; incluso, por muchos socios europeos. Y eso, le pese a quien le pese, es obra de la dualidad PP-PSOE, que ha dedicado muchos recursos, humanos y materiales, a promover un Estado de Bienestar que garantice unas condiciones de vida dignas a cualquier persona que resida en territorio español. También es verdad (cómo voy a negarlo), que el Estado de Bienestar en los últimos años ha evolucionado hacia una situación en la que es el Estado quien se beneficia de ese Bienestar (y, de forma especial, algunos de los representantes públicos) y que toda la estructura, tanto funcional como administrativa e incluso judicial, arrastra un legado de varias décadas que obliga a parchear, una vez tras otra, lo que nadie se atreve de verdad a modernizar.
Y, como la sociedad española ha evolucionado (y vaya si lo hemos hecho!), las respuestas han de ser distintas, en contenido y forma. Y no lo están siendo, tal y como comenté en mi anterior post, algo sigue desprendiendo ese tinte casposo y aroma a cigarro y puro habano en el modus operandi del país. Si a esto le sumamos situaciones de corrupción, abuso y despilfarro aberrantes, es más que comprensible el enfado y la desgana reinante entre la ciudadanía hacia la clase política. Precisamente, de esta sensación de impunidad en pleno sistema democrático nace movimientos sociales alternativos que desembocan en partidos políticos como Podemos y Ciudadanos. A mi entender, radicalmente opuestos en propuestas, ideario político y capacidad para gobernar una España moderna, sostenible e innovadora.
En primer lugar irrumpió con fuerza Podemos, un movimiento capaz de materializar el descontento social en forma de votos para las elecciones europeas de 2014. Sin embargo, el paso adelante que le correspondía por responsabilidad política se quedó en papel mojado cuando tuvieron que dar un paso adelante y formular propuestas concretas al electorado español. Su empuje, lleno de ideología y nuevas propuestas, se quedó en un documento presentado por dos catedráticos en economía en cuyo prólogo se resalta varias veces que es un documento abierto al debate y en ningún caso definitivo ni motivo de compromiso ninguno. Por ello, el voto oportunidad que les fue concedido ha ido perdiendo peso ante la falta de concreción y ante algún que otro escándalo que han protagonizado sus cabezas visibles.
En paralelo, surge, desde Cataluña, una nueva formación política que pretende arrebatar a los votantes del centro desengañados con PP y PSOE, especialmente a los primeros: Ciudadanos. El partido, liderado por Albert Rivera, emerge como la alternativa menos mala, y se encarga de formular, de forma clara y apoyándose en cifras que justifiquen su viabilidad, propuestas de regeneración democrática, algo que también ha hecho Podemos. Sin embargo, no contentos con captar ese voto descontento con el sistema, han fichado a uno de los mejores economistas de este país (Luis Garicano) para elaborar una propuesta económica sostenible, creíble y sensata. Y, partiendo de un nicho muy determinado (autónomos) han tratado de importar estructuras económico-políticas de referencia en otros países (especialmente nórdicos) para articular la gobernanza de un país tan complejo como España sobre 3 ejes: Innovación, mercado y equidad social.
No pretendo describir las propuestas de este nuevo grupo político (podéis descargar los documentos que han distribuido aquí y aquí), aunque sí que me gustaría dejar clara mi opinión ante la España que nos viene. Esta no es otra que un país prácticamente ingobernable, con dos partidos amparados por un voto conservador (más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer) y otros dos con propuestas radicalmente distintas, que carecen de estructura interna y sin experiencia demostrable en esto de gobernar. No veo un Parlamento liderado por Podemos ni mucho menos por Ciudadanos, ni tan si quiera a través de pactos, lo cual llevará a una situación de tremenda inestabilidad política y económica, con reformas clave guardadas en un cajón, esperando a ser aprobadas mediante un consenso que difícilmente se va a dar. Y es una verdadera pena, porque España realmente necesita un viraje hacia una estructura económica moderna, en la cual investigadores, artistas y jóvenes más que preparados no tengan que emigrar, y en la que se adecúe la formación hacia el mercado profesional para evitar que haya que traer inmigrantes mientras decenas de miles de universitarios españoles continúan a la busca de empleo tras hacer todo lo que los mayores les han pedido hacer (estudiar, sacrificarse, etc.); en la cual la vertiente social del Estado (pensiones, desempleo, salud, etc.) vire hacia una ruta sostenible, que conceda derechos pero también obligaciones, trasladando la responsabilidad del desempleo desde el Estado a gente que no quiere encontrar trabajo; y, lo que es más importante, se regenere el sistema democrático para atender a las necesidades sociales e individuales que se están demandando hoy en día.
Y todo esto, en mi opinión, solamente lo pueden hacer dos actores: los partidos tradicionales, a través de una regeneración profunda y responsable (una revolución, más que evolución), o Ciudadanos, ese partido sobre el que pesa la sombra de ser una mera marioneta del PP para frenar (o al menos hacer sombra) a Podemos, que está logrando recibir su voto de castigo. Para mí, es una verdadera pena que el partido tenga que crecer tan rápidamente y, por tanto, pierda credibilidad por no contar con los recursos necesarios para acometer una tarea de tanta responsabilidad como es el Gobierno de España. Desde aquí deseo mucha suerte a sus responsables y un elemento crítico en sus posibilidades de cara a las elecciones: Acierto en la elección de candidatos.
Si es que, siendo consciente de que el Plan A no es viable por las consecuencias personales que tendría, hay que articular un Plan B lo mejor posible. Ya me lo dijeron el primer día en la Facultad de Economía: coste de oportunidad.