Por muchos que algunos se empeñen, los salarios nunca van a subir por decreto. Ningún Comité, por mucho peso que tenga en el Gobierno podrá decidir que para una mayoría relevante de empresas de este país lo más conveniente es subir el sueldo a sus trabajadores. El día que eso ocurra el sistema capitalista habrá caído, con todo lo que ello conlleva.
Debemos, por lo tanto, buscar vías alternativas. Una de ellas (la más sostenible, por cierto) es incrementar la productividad (click aquí y aquí para leer lo que ya hemos comentado en este blog). Se trata, no obstante, de una medida con impacto a largo plazo cuyos resultados aparecerán progresivamente en las economías que apuesten por este modelo.
Sin embargo, hay una palanca capaz de reactivar la renta disponible de los ciudadanos de forma inmediata: los impuestos directos. Para ilustrar mi postura acudo a un reciente informe de la OCDE sobre la brecha fiscal existente entre el salario y los costes laborales en los distintos países. Esta es la foto:
El gráfico anterior refleja el porcentaje del salario bruto que no percibe el trabajador. O, lo que es lo mismo, que va destinado a la administración central, a las administraciones locales o a la Seguridad Social. España se sitúa en el puesto número 15, con una brecha del 39,5%. O, lo que es lo mismo, un español soltero y sin hijos que cobre el salario bruto medio (26.710€) deja de percibir casi 4 de cada 10€ de su sueldo. Como cualquier cifra, no es relevante si no la ponemos en perspectiva. Si el lector la lee sin un contexto puede parecer mucho, y si la lee con el resto de países de la OCDE al lado podría parecer que no estamos tan mal. Ostentamos el puesto número 15, solamente a 3,5 p.p. de la media y, además, hemos mejorado 7 puestos en el último año.
He señalado en gris oscuro los países que suelen aparecer en los medios de comunicación como referentes por varias razones. Vemos que un 66% de ellos están por debajo de nosotros. Los agoreros del gasto público podrían llegar incluso a argumentar que no es una posición especialmente llamativa. Veamos algo más de detalle:
La primera gráfica anterior descompone la brecha fiscal en 3 componentes: el IRPF, la Seguridad Social a cargo del empleado y la Seguridad Social a cargo del empleador. Esta desagregación nos ayuda a encontrar algunas de las razones de nuestro precario mercado laboral: En términos de Seguridad Social a cargo del empleador (empresario), España ocupa el dudoso honor de ser el quinto país de la OCDE. En la muestra analizada, solamente Suecia nos supera. Estamos a 4,3 puntos porcentuales del siguiente país al respecto. Y, sin embargo, somos de las economías en las que menos se retrae al trabajador, tanto en concepto de IRPF como de Seguridad Social. La primera conclusión, por lo tanto, es clara: Si queremos parecernos a los países modelo en Europa, debemos bajar los impuestos directos y abordar una distribución más equitativa entre el empresario y el trabajador.
Esto, para empezar, ayudará a nuestro maltrecho mercado laboral. Y es que, a pesar de haber seleccionado una muestra claramente insuficiente para el análisis, en el segundo gráfico se observa una relación directa entre la Seguridad Social a cargo del empleador y la tasa de paro. O, lo que es lo mismo, cuanto más se detrae al empresario en concepto de pago a la Seguridad Social, mayor es la tasa de paro del país.
Si queremos recuperar los niveles de renta disponible y consumo pre-crisis, queda claro que es necesaria una reordenación del sistema fiscal con foco en rebalancear recursos hacia los agentes privados (esto es, bajada de impuestos y menor peso del sector público) y aumentar la eficacia de las figuras fiscales. Los Presupuestos Generales presentados la semana pasada presentan el mismo defecto que los últimos años: una estimación de ingresos optimista. Esto, sumado a la necesidad de incrementar el gasto público para lograr acuerdos parlamentarios ponen en jaque la sostenibilidad de nuestras finanzas públicas. El 4,33% de déficit logrado el año pasado es un paso adelante, aunque insuficiente, para evitarlo. La AIReF estima que no alcanzaremos el 60% de deuda pública pactado en Maastricht hasta el 2037. Y para eso es necesario suponer que en los próximos 20 años la economía española se va a comportar de forma predecible en un entorno estable, algo que solamente ha ocurrido una vez en la historia.
Por último, no me gustaría dejar la oportunidad de desmontar algunos mitos que circulan por ahí basándome en el informe de la OCDE objeto de análisis:
• En España el año pasado se incrementó el salario medio en un 1,2%. La deflación (-0,3%) impulsó el crecimiento en términos nominales (+0,9%).
• El 42% de esta subida fue absorbida por los impuestos directos. Un trabajador soltero y sin hijos que cobrara el salario medio vio cómo sus impuestos subían un 0,5% en un año de bonanza macroeconómica.
• Grecia fue el país que más subió los impuestos directos. +4,8% YoY
• Solamente 13 países de la OCDE bajaron los impuestos. Entre ellos, Noruega y Finlandia. Esta apreciación es relevante porque la mejora en el posicionamiento relativo de España es debido a un empeoramiento del resto de países, y no a una disminución de la carga fiscal en nuestro país. Si queremos parecernos a los países nórdicos, especialmente a los no dependientes del petróleo, es imprescindible adoptar sus prácticas en materia económica, pues son la base para poder avanzar en materia social. No tenemos derecho a nada que no podamos pagar.